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lunes, 13 de febrero de 2017

UNA VIDA POR OTRA


Era una tarde de domingo y me encontraba descansando en mi cama, luego de un suculento y merecido almuerzo. Ya habían pasado 6 meses desde la separación y celebraba mi reconquistada soltería, dándome tiempo para mi y mis olvidados gustos. Recibí una inesperada llamada, del otro lado del móvil escuche la voz de una tía, quien con curiosidad preguntaba por mi estado de salud, comentándome que una de mis primas había soñado conmigo y les había preocupado; en seguida, mi prima pasò al teléfono y luego de preguntarme igualmente, que cómo estaba, me comentó que había tenido un sueño en el que yo moría. Ya que la llamada se me hizo tan inusual indagué acerca del contenido del sueño, del valor que le daba a sus sueños,  lo acertada que era para ellos, y la forma en que estos podrían haberse revelado en alguna otra ocasión. Una vez concluida la conversación, quedaron tranquilas sabiendo que me encontraba bien, agradecí su llamada y su preocupación. Continúe disfrutando de mi tarde.


Cuatro días después, el jueves 18 de febrero de 2016, había sido un día agotador. En la institución en la que coordinaba un programa en beneficio de niños, niñas, adolescentes y sus familias vulneradas socialmente,  tuve una visita de supervisión de una entidad del estado y a pesar de haber experimentado mucha tensión por la responsabilidad que significaba y las obligaciones que de ahí se desprenden, todo había salido muy bien, de modo que a manera de celebración, invite a dos de mis compañeras de trabajo a ir a un lugar nuevo a comer algo, allí nos relajamos, disfrutamos y conversamos acerca de lo sucedido en el dia.


De regreso a casa, debía tomar transporte por una hora, entre uno y otro municipio, hasta mi lugar de destino: Girardot. A la llegada siempre solía caminar alrededor de 15 minutos desde la terminal de transportes hasta el apartamento en el que residía. Ya muy cerca, pensé en irme a tomar una cerveza, estaba satisfecho con los resultados del día y quería continuar el festejo, mientras caminaba, decidí hacer una llamada. Pasaban ya las 7:00 p.m. me sentía seguro en el barrio donde vivía, así que iba confiado hablando con mi sobrinita, preguntándole cómo había estado su día; de pronto, sentí que una moto se acercaba lentamente hacia mi y aunque era extraño, imaginé que se trataba de algún conocido o un amigo; pero me llevé una gran sorpresa cuando un sujeto desconocido me cogió fuertemente de la maleta tratando de arrebatármela, mientras otro conducía la moto. Yo aún mantenía la llamada, pero tuve que interrumpirla, sin colgar para ocuparme de la situación. Por un breve momento uno no se hace consciente de lo que está ocurriendo, así que con el móvil sostenido en mi mano derecha, forcejee para tratar de liberarme, pero en ese preciso instante el tipo con voz amenazante y jalando hacia si, mi maleta; dijo: “no se haga pegar un tiro”, mientras llevaba una de sus manos al interior de su pantalón; aun sin dar crédito a la amenaza, decidí valientemente volver a tirar la maleta hacía mi, para forzarlo a que la soltara. Aún con más fuerza, el sujeto forcejea y vuelve a dirigirse a mí, esta vez en forma de pregunta: “¿se va hacer pegar un tiro?”. Decido hacer caso omiso a sus palabras, de modo que haciendo un intento más fuerte, trato de arrebatarle la maleta con mayor seguridad para soltarme y salir corriendo; pero mi intención fue nula. Esta vez el atacante saca de su pantalón un elemento que no logro reconocer y de manera muy ágil me golpea fuertemente en la cabeza, siento entonces que la amenaza es real y suelto mi maleta. Aturdido aún por el golpe, decido correr hacia una tienda cercana para pedir ayuda, veo que una señora que venía hacia mi, cruzando la calle, intentó devolverse asustada al ver que me habían agredido, pretendo en vano pedir ayuda, pues no hay nadie cerca. El sujeto que había tomado mi maleta se sube a la moto y rápidamente con su compañero, emprenden su huida.
En esa pequeña fracción de tiempo, se me pasa por la cabeza todo lo que cargo en mi maleta, un computador portátil en el que tenía información profesional de más de 4 años y de la cual nunca había sacado copia, un dispositivo "usb" con toda la información correspondiente a mi trabajo actual, documentos importantes que debía radicar el día siguiente y muchas otras cosas que contenían gran valor laboral y personal. Decido salir corriendo hacia donde un amigo que vivía cerca de aquel sitio, veo su carro parqueado enfrente de la casa y decido pedirle que me ayude; salimos juntos en el carro para tratar de buscar a los malditos ladrones, haciendo conjeturas de hacia dónde podrían haber cogido, nos decidimos por una dirección en específico, mientras le relato lo sucedido y trato de esclarecer señales que me permitan tener información más precisa de lo ocurrido. Después de una infructuosa búsqueda, decidimos devolvernos, llamo al cuadrante de la policía del sector para comentar lo que me pasó y solicitar inmediata ayuda, ya que en esa sección del barrio hay cámaras de vigilancia. Pasada una media hora, luego de haber hablado con mi familia para comentarles el suceso y darles tranquilidad, llegan al apartamento dos policías, preguntando por lo ocurrido, su única respuesta es que debo ir a colocar la denuncia de las cosas que se perdieron, pero no apoyan en lo referente a las cámaras de vigilancia. Defraudado por toda esta situación y lo que se había perdido, al día siguiente me dirijo a hacer todas las vueltas de la respectiva denuncia, lo cual me llevo medio día, pues tuve que ir a 4 sitios distintos para que finalmente tuviera que pasar un documento donde describiera lo ocurrido y esperar alrededor de 6 meses a que puedan atender el caso.


Tratando de apersonarme del caso, decido ir a buscar a quien se encarga de las cámaras de vigilancia del sector, luego de varios intentos doy con la persona indicada, un militar retirado, quien en su casa tiene los monitores de las cámaras de seguridad, el señor muy gentil y colaborador logra conseguir la grabación del momento en que soy asaltado; con la ayuda de un amigo se logra verificar la grabación, para hacer acercamientos de la placa de la moto o de los delincuentes, sin embargo los intentos son fallidos, pues la zona es oscura y los sujetos llevan la placa tapada, evidentemente sabiendo de la existencia de las cámaras. El militar comenta diferentes relatos de las grabaciones que ha obtenido con sus cámaras de vigilancia, reconoce que el sector es bueno para vivir, pero que la inseguridad se ha incrementado, dice que mucha gente ha terminado asesinada por pequeños robos y que fue una bendición que no haya sido lastimado o asesinado. Todo intento de indicios que nos pudiera llevar a los delincuentes fue infructuoso, pero las señales que la vida nos da con respecto a algo, son muy claras, había estado de suerte…!


No fue hasta unos días después, que reflexionando sobre las cosas que a veces suceden y el aprendizaje que queda de ellas, pude concluir cosas muy significativas. A la mañana siguiente de la noche en que fui víctima del robo, muy temprano en la mañana recibo la llamada de mi madre, aun entre dormido escucho su voz de tristeza comentándome que a Rushky lo habían envenenado. Una vecina de donde reside mi familia, había golpeado a la puerta en la madrugada para avisar que el gato estaba muriendo, acudieron a donde Rushky se encontraba y lo encontraron sufriendo, llevaron su cuerpo agonizante a la casa e intentaron muchas formas de revivirlo, pero nada fue posible, su muerte fue inevitable.


En algunas culturas, sobre todo en el sector rural, cuando la gente tiene mayor contacto con la naturaleza y en algunos sectores de la sociedad urbana que han adoptado estos conocimientos, reconocen que hay un gran misterio con respecto a estos sucesos, muchas veces tomado como un mito. Las historias que rondan alrededor de esta creencia dicen que las mascotas que hacen parte del hogar, pueden advertir del peligro y llegan a enfermar o fallecer, para evitar que a algún miembro de la familia le pase lo mismo. Las experiencias son bastantes y no se limitan a ningún animal; ellos detectan enfermedades, previenen de inminentes peligros, salvan en situaciones de riesgo o incluso asumen energéticamente el malestar, la enfermedad o una situación de riesgo mortal, a cambio de uno de sus amados humanos.


A veces la vida te muestra con ejemplos, la importancia de rescatar su esencia, una esencia que se ve confundida entre lo que se supone es importante para sobrevivir y aquello que realmente requieres para ser feliz y aprender a vivir. A pesar que no ha sido una de las veces que más he corrido riesgo o de haber tenido una experiencia cercana a la muerte, esto me llevo a pensar que la vida se encarga de darle a uno, señales que merecen ser tenidas en cuenta para hacer cambios importantes. Me permitió reconocer que algo que parece coincidencia, cómo conjugar el hecho de aparecer muerto en el sueño de alguien más, ser víctima de un atraco y el fallecimiento de un ser admitido en la familia como un miembro mas; es mas que eso.  Finalmente entendí, que la vida de Rushky había sido dada a cambio de la mía, para que pudiera seguir mi camino y reconocer que la vida merece ser vivida con otros ojos; reconocer que las cosas materiales son insignificantes y que siempre se pueden volver a conseguir, reconocer que la familia está primero y que no hay motivos para sentirse muerto en vida, renunciar a tus sueños o vivir la vida de alguien más…


Esto me dejó un gran mensaje y hoy quiero compartirlo con los demás:


“Si donde estas, con quien estas o como estas, no favorece tu vivir y te inclina a renunciar a la felicidad, debes asumir cambios, que pese a ser dolorosos, te darán la oportunidad de reencontrarte y de redirigir tu destino, hacia donde convenientemente debe ser llevado, para vivir tu vida y ser quien debes ser”.


#PsJuanPabloD