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lunes, 13 de marzo de 2017

LA EXTRAÑA CONFESION DE UNA ILUSION


En una mañana soleada en la ciudad de Girardot, uno de esos días en que asistía normalmente a la Universidad, me encontraba al interior de un vehículo de transporte público. Así como suele suceder, mientras divagaba entre la realidad y mis fantasías, observe por la ventana un rostro muy bello; no pude evitarlo, quedé impactado. Con total seguridad su belleza no era de esas tierras. Fue tanto así que no separe mi rostro de la ventana, ni mis ojos de su cara, durante todo el tiempo en que el semáforo se mantuvo en rojo; el tiempo pareció detenerse, pero era yo quien quería hacer perdurar ese instante.


Cuando el semáforo cambió, el bus en el que ella viajaba, arrancó; supliqué con fuerzas que diera vuelta justo ahí donde debía girar el bus en que me encontraba. Mis súplicas surtieron efecto, sin embargo, a través del cristal, pude ver como ella iba avanzando, mientras yo me quedaba atrás. Me resigne pensando que había sido maravilloso disfrutar de una dulce presencia angelical en un corto instante de tiempo.


Ahora mismo que la recuerdo pienso que en cada uno de los sueños que durante años he tenido con ella, su imagen siempre se mantuvo igual, su rostro dulce, su mirada tierna, su piel tersa, su pelo claro y su aura brillante. Nada cambió.


Fue curioso saber, que cuándo me había bajado del bus, vi justo delante mío, que ella había bajado en el mismo paradero. “La seguí, la salude y le pregunté su nombre mientras sonreía”… ¡No!. No fue así… mi timidez me impedía hacer realidad cualquier idea que tuviera al respecto; solo pude ver como ella tomaba un taxi y se iba... perdiéndose a lo lejos de una de las avenidas principales. Por segunda vez la ilusión llegaba a su final. Mientras caminaba rumbo a la Universidad, me fui pensando en muchas cosas, incluso en cuál sería el destino de esa linda chica, en la posibilidad de volverla a ver; en eso y muchas cosas más.


Cuando llegué a la universidad debía unirme a un gran grupo que iniciaba las actividades académicas de ese semestre. Nunca fue de mi interés estar rodeado de tanta gente en un aula. Yo, para ese entonces, autodenominado un ser diferente en medio de tantos desconocidos, recibí de la vida, una de las mejores lecciones: “No importa en medio de que estés o cuanta gente extraña te rodee… siempre tendrás la oportunidad de encontrar en medio de tanta cara desconocida, un rostro familiar…” así fue, la chica de tez angelical estaba en medio de aquella masa de gente.


Entre todas las vueltas que da la vida, resultó que ella estaba inscrita para la misma carrera, compartimos al menos, el gusto por la psicología; pero para colmo de males  terminamos siendo compañeros del mismo grupo de estudiantes. Aun recuerdo como otros estudiantes de la universidad, incluso le pedían que se dejara tomar fotos, creo que su hermosura era una novedad en aquel momento, sobresaliendo entre las distintas bellezas femeninas de la universidad… porque no nos podíamos quejar, ¡Había buen colorido en aquel paisaje!


Eramos un buen grupo de compañeros quienes estudiábamos psicología y mientras fueron pasando los años, nos fuimos conociendo y así como suceden las cosas, ella y yo nos hicimos amigos; se puede decir que me deje llevar de forma natural por su encanto, su voz, su mirada y demás; pero más allá de la belleza física que le caracterizaba, su hermosura interior también me cautivó. Fueron tiempos únicos, su imagen se ha quedado grabada en mi pensamiento y ciertas partes de mi recuerdo llevan su nombre… un nombre que al pronunciarlo parece que insinuara que ella es mi dama noble, la de un título honorífico que es otorgado por el Reino Unido a una persona distinguida por condición soberana.


Conocí su origen, su familia, su vida, su verdad y sin quererlo, me fui haciendo parte de una nueva historia que se escribía con cada día en que ella y yo nos conocíamos. Me encantaba esperarla, acompañarla, abrazarla, tomarla de la mano y cada vez que podía, absorber el aroma de su piel, mientras sutilmente le dejaba en su mejilla un tierno beso, buscando decirle en secreto lo que había despertado en mí. Las historias de amor, no son lo que parecen y ésta tampoco lo es, no lo fue en ese momento. Ella provenía de tierras lejanas, ubicadas en el valle del río Otún y aparte de ser joven, inteligente y bella; también estaba casada. No podría decir mucho al respecto, más que su esposo era un buen hombre con el que ella estaba muy agradecida.


Mi cariño por ella se fue tornando más fuerte, entre miradas, poemas, cartas y caricias furtivas, fue naciendo una ilusión, que se desvanecía con la sombra de su esposo. La cercanía, la confianza, la ternura y la complicidad de su compañía, debió ser aislada de esta historia; la amistad que cultivamos se vio amenazada por la distancia que tuve que poner debido a la resistencia de aceptar su realidad y de oponerme a que la ilusión hiciera de las suyas. Fue muy duro acostumbrarme a la ausencia de su aroma,de su piel, de su sonrisa y su cariño... de toda su belleza; pero más doloroso fue saber que no mucho tiempo después, ella debía partir de regreso a sus tierras y que ahora  además de la distancia impuesta voluntariamente por mí, debía aceptar la distancia del tiempo y del espacio. Fue una ilusión, una cicatriz en mi recuerdo, una locura.


Los años pasaron y cada uno por su lado seguía haciendo su vida. Gracias a las tecnologías de las comunicación, volvimos a tener contacto. Una llama confundida en las cenizas del tiempo, permanecía perenne. La valentía de los años me llevó a confesarle a destiempo, mi incauto amor por ella; y ella manifestó su sentimiento hacia mí, sabiendo que de haberlo expresado en el momento justo, podría haber sido diferente esta historia. Las cosas suceden por algo...aunque a veces no se sepa su razón.


Es extraño saber que al recordarla, aún aparecen lúcidas imágenes de aquel tiempo y medianamente los suspiros resurgen con timidez.


Lo irónico de todo, es que tiempo luego, mientras ves que tu vida pasa desapercibida, otras historias se van haciendo presentes. Aún mantenía contacto a distancia con ella, recurrentemente solíamos hablar y recordar; pero se involucró alguien más. Esta vez fui yo quien conoció en el trabajo una chica, en poco tiempo (cosa de mis locuras), nos hicimos novios y sin dar mucho crédito a lo sucedido, una vez decidí comentarle a mi lejana “amiga” lo que estaba viviendo, recibiendo como respuesta y para mi sorpresa, una frase que decía algo así como…¿No me esperaste?. Creanme, palabras como esas lo enmudecen a uno. No sé qué estupidez dije en ese momento, pero sea lo que haya sido, seguro no sonó convincente. ¡La suerte estaba echada…! Meses después terminé casado con esa nueva chica, un lazo matrimonial que duró más o menos unos dos años y que finalizó como deben terminar las buenas historias, en que cada uno debe ser feliz por su lado.


Recuerdo que aun estando casado, una vez fui con la que fue mi esposa a una feria de la ciudad donde vivimos, pasamos por un puesto místico en el que nos ofrecieron unas piedras de colores, cuya energía nos seria interpretada. Aquel tipo nos pronóstico a cada uno y por aparte, ciertos cambios drásticos en nuestra relación que serían incluso provocados por una tercera persona. Personalmente no creía lo que nos habían dicho, ni una sola palabra, la mayor parte del tiempo esto es un timo; sin embargo, ahora que lo pienso hay algo curioso en todo esto. Aquel sujeto que leyó el poder místico de las rocas que habíamos elegido, mencionó algo acerca de una persona cuyo nombre iniciaba con la letra “M” y que seguramente estaría de por medio en la relación, creo recordar que había dicho que era una mujer. Por algún tiempo me puse a imaginar de quién se podría tratar, no conocí por aquellos tiempos a ninguna mujer que me gustara y su nombre empezara por “M”. En algún momento se lo atribuí al hecho de que había coincidencia con la persona con quien mi ex resultó teniendo una relación, un sujeto cuya letra inicial es “W”; justo como se vería una “M” al revés. Eso, en el hipotético caso en que la lectura de la energía de las piedras hubiera sido interpretada al contrario. El hecho es que da igual, porque las causas de la ruptura fueron diferentes.


Tal vez no venga al caso, pero me pregunto si habrá algún tipo de causalidad con el hecho de que justamente el nombre de la protagonista de esta historia empieza con la letra “M”.


En fin, ya ha transcurrido más de año y medio desde que me separé, mi vida ha vuelto a la normalidad; lo curioso es que en distintas ocasiones he soñado con aquella chica de mi pasada ilusión, y como dije, en mis sueños permanece intacta. El sueño más reciente que tuve con ella, fue hace apenas dos meses, su contenido me revelaba cosas que no son fáciles de dilucidar y me hizo sentir algo muy extraño cuando desperté.


“Me encontraba a las afueras de un edificio, no es claro si estaba en alguna ciudad específica; sabía que esperaba a alguien, de repente apareció, justo allí tal cual la recuerdo, con esa sonrisa que adorna su rostro, su cabello resbalando por su piel, sus ojos sugerentes de alegría y mi deseo sucumbiendo a su belleza. Se fue acercando a mi y con un abrazo me saludó. Resultamos dentro de un edificio en una escalera al lado del parqueadero subterráneo. Nos encontrábamos frente a frente, muy cerca su rostro del mío, podía sentir su respiración muy suavemente, delineé con la mirada la circunferencia de su rostro, los trazos de sus ojos, nariz y labios. Suavemente nos íbamos acercando y casi a punto de rozar sus labios con los míos, algo nos detuvo. Fue en ese instante cuando escuche su voz inquiriendo ansiosa, casi como refutando el haberme casado. Fue confuso y contradictorio ese instante para mi, tenía la sensación de que no tenía presión alguna para estar con ella, pero su cuestionamiento me hizo dudar. Nos alejamos de ese lugar, como si ella tuviera que regresar a su trabajo, yo no podía ingresar a dicho edificio, sentía la necesidad de explicarle miles de cosas, con tal que ella dejara de culparme; pero todo fue en vano. Nos despedimos con un fuerte y duradero abrazo. Me fui alejando mientras la miraba, ella se quedó al pie de la puerta y con una disimulada sonrisa me miró y se fue. Algo dentro de mí, sabía que podía esperarla a su salida, para continuar con lo que había iniciado y que de cualquier forma ella entendería mis razones. Algo pasó de pronto y me encontré viajando en un automóvil, mientras pensaba cómo me devolvería  para ir a buscarla. Luego, desperté.”


Me levanté con una sensación extraña, una sensación de culpa, de intranquilidad y con ganas de verla; pero más de 513 kilómetros de por medio, nos separaban. Esa mañana le escribí para saber cómo estaba, le conté que había soñado con ella; como otras veces, quiso saber cuál era el contenido, pero no se lo dije; espere hasta hoy para que lo supiera.


Ya no hablamos muy a menudo y aunque tiene su vida muy aparte, lo comprendo. Me importa su tranquilidad y su felicidad, me alegra saber que está bien y que lleva su vida a su gusto, siendo esa profesional que le distingue y esa inteligente mujer que la hace ser ella misma. Esa es la chica de la que alguna vez me enamoré a pesar de los obstáculos y ella seguirá siendo la musa de esta historia que permanece en mi recuerdo.



Ps. Juan Pablo D.

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